Design

Critical thinking

Diseño de producto: ¿Dictar o escuchar? La batalla entre prescripción y descripción

El diseño digital se ha vuelto más prescriptivo que nunca, pero ¿qué pasa cuando dejamos de observar y empezamos solo a imponer? En este artículo, exploro el equilibrio entre dictar y descubrir en el diseño de producto.

21 feb 2025

5 mins

Introducción

El diseño de producto se ha convertido en una disciplina altamente prescriptiva: establece reglas, define interacciones y guía a los usuarios hacia comportamientos específicos. Desde flujos optimizados en aplicaciones financieras hasta estrategias de engagement, el diseño ya no solo estructura, sino que dicta.
En 1983, el diseñador italiano Ettore Sottsass presentó al mundo la máquina de escribir Valentine: un objeto rojo vibrante, portátil, hermoso. Pero tenía un problema: nadie sabía cómo usarla. Los botones eran crípticos, el manual inexistente. Sottsass defendió su obra diciendo: «No es una máquina para escribir, es una máquina para soñar». Este es un ejemplo extremo de diseño prescriptivo, pero plantea una pregunta fundamental sobre el papel del diseño: ¿debe prescribir un ideal (aunque sea incomprensible) o describir el caos de lo real?
Hoy, la balanza se inclina peligrosamente hacia lo prescriptivo, dándole mucha importancia a «lo que debería ser» y muy poca a «lo que es». Y en ese desbalance, algo esencial se ha perdido.


La prescripción como herencia industrial

El diseño prescriptivo, con su aura de autoridad, se erige como oráculo de soluciones universales. Nos dice qué necesitamos y cómo debemos usarlo. Pero esta actitud, que parece tan moderna, tiene raíces profundas. Es hija de la Revolución Industrial, donde la producción en masa priorizó la eficiencia sobre la diversidad, la uniformidad sobre la individualidad. Henry Ford declaró: «Cualquier cliente puede tener un auto del color que quiera, siempre que sea negro». Esta lógica se perpetuó en escuelas como la Bauhaus, donde la «forma sigue a la función» se convirtió en dogma. Con él llegó la idea de que el diseño debe dictar, no escuchar. Sin embargo, como en cualquier dogma, los matices se pierden. Objetos diseñados para las masas terminan como fetiches inaccesibles, lejos de las manos que supuestamente debían servir. Lo prescriptivo, al mitificar la «solución perfecta», deshumaniza al usuario real, convirtiéndolo en un espectador pasivo de su propia vida.
Con el tiempo, los diseñadores lograron deshacerse de esa filosofía y retomar el diseño centrado en el humano como piedra angular de los equipos. Tuvimos el auge (y caída) del diseño de experiencia de usuario, donde se intentó entender primero y establecer después de forma sistémica y estandarizada, algo que otras subcategorías del diseño no lograban con la misma solidez. En el diseño UX se logró pasar de lo teórico a la practica en el balance entre prescripción y descripción. Pero esos días parecen haber quedado atrás. De nuevo nos vemos envueltos en la generación de soluciones sin la suficiente observación, en imponer.

Lo descriptivo: diseñar con los ojos abiertos

Frente a esta imposición, surge una alternativa: el diseño descriptivo. A diferencia del prescriptivo, este se basa en observar y comprender en lugar de dirigir (suena familiar, ¿verdad?). En la práctica, esto se traduce en metodologías como el diseño participativo, la etnografía digital o la primera mitad del doble diamante y la etapa de empatizar en Design Thinking, donde el objetivo no es optimizar una métrica sino entender una realidad.
En 2012, IDEO rediseñó los quirófanos del Hospital Kaiser Permanente. En lugar de imponer prototipos, sus diseñadores pasaron semanas observando: anestesiólogos que tropezaban con cables, enfermeras que improvisaban soluciones. El resultado no fue un producto, sino un proceso: mesas móviles, flujos de trabajo co-diseñados con el personal. Este enfoque, que prioriza la observación y escucha sobre la imposición, redujo errores médicos en un 34% (según Journal of Patient Safety). Diseñar sin solo prescribir es, en esencia, aceptar que el usuario sabe más que el gurú. Es reconocer que la verdadera innovación no nace de la genialidad aislada, sino de la observación atenta.

El falso dilema: prescripción vs. descripción

Sin embargo, el dilema entre prescripción y descripción podría no ser más que un espejismo. El iPhone es el ícono del diseño prescriptivo: Steve Jobs creía que «la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras». Pero su éxito dependió de algo descriptivo: Apple analizó millones de interacciones con iPods para simplificar la interfaz. La paradoja es clara: hasta los objetos más autoritarios se nutren de observación. El diseño puro no existe: es una amalgama de imposición y escucha. La pregunta no es «¿prescribir o describir?», sino ¿cuándo cada enfoque salva o condena?

Conclusión

El diseño de producto ha favorecido su naturaleza prescriptiva porque esta genera resultados fácilmente medibles y alineados con los objetivos comerciales. Sin embargo, al hacerlo, corre el riesgo de perder su capacidad para observar, analizar y cuestionar. Reconocer su lado descriptivo no significa abandonar la optimización al añadir más pasos, sino complementarla con una visión más amplia que se traduce en un impacto más significativo.
En última instancia, el diseño no solo debe decirle a los usuarios qué hacer, sino también permitirles pensar en por qué lo hacen. Prescribir sin soberbia, describir sin complacencia: ese es el verdadero diseño.

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