Design
Aesthetics
¿Puede el diseño ser solo reflexivo?
¿Puede existir el diseño sin función? ¿Qué pasa cuando el diseño busca solo provocar una reflexión sin resolver nada? En este artículo exploro los límites entre diseño y arte, cuestionando si el diseño crítico y especulativo es realmente diseño o simplemente una imitación del arte. ¿Qué lo diferencia? ¿Es la función, la intención, o algo más...?
Feb 19, 2025
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Introducción
¿Puede el diseño trascender su función utilitaria y convertirse en una forma de expresión que solamente evoque reflexiones? Hace muchos años, en una clase de Diseño y Sociedad, la profesora hizo una pregunta que quedó flotando en el aire: ¿el diseño debe necesariamente resolver un problema? Una estudiante respondió afirmativamente, pero el resto del grupo nos mostramos escépticos, opinando que el diseño puede ser solo reflexivo, apelar a las emociones, a cuestionamientos profundos, y todo sin la necesidad de resolver un problema concreto. Pero, ¿es realmente así? Hoy en día creo que no es tan sencillo, y en gran medida esa función ya la cumple otra disciplina: el arte.
Mientras que el diseño tradicionalmente se ha asociado con la resolución de problemas y la creación de objetos funcionales, el arte ha sido considerado un espacio para la experimentación, la reflexión y la expresión individual. Sin embargo, en las últimas décadas, ha surgido un creciente interés por un tipo de diseño que va más allá de lo meramente funcional, explorando dimensiones estéticas y conceptuales que lo acercan al arte. Este es el caso del diseño crítico y especulativo, que plantea la pregunta de si el diseño puede ser una forma de arte en sí mismo, o si simplemente se trata de una imitación superficial del arte.
El diseño y el arte: ¿Reflexión o resolución?
Para empezar el análisis voy a recurrir a algunas definiciones, por ejemplo, la primera conceptualización ampliamente difundida de arte, la visión de estética aristotélica: la poética, que considera el arte como techne, sostenido por su complejidad de ejecución y la magnitud y maestría del acabado final. Esa visión dista mucho de la siguiente gran conceptualización de arte, la estética del idealismo alemán, donde después de Hegel y Kant, cambió para centrarse más en las sensaciones, pasando de lo material a lo ideal, reflexionando sobre preguntas complejas y trascendentales. La definición actual de arte, la del idealismo, se parece mucho a la del diseño crítico y especulativo, y si el arte ya existe para cumplir esa función, ¿por qué crear otra corriente de diseño que desempeñe el mismo rol, alejado irónicamente de una función tangible, fuera de los cánones tecnocráticos? Como se puede ver, el diseño y el arte van en distintas direcciones, pero el diseño especulativo y el arte, a simple vista, cuentan con un paralelismo significante que hace su separación conceptual problemática. Pero se puede resolver, y con el siguiente ejemplo van a entender a qué me refiero.
Pensemos en esto: si tengo un mango que crece, huele, se siente y sabe como un mango pero se llama "toriño", ¿por qué no sería un mango? ¿Cuál es la distancia ontológica o material que lo aleja del mismo significante? Tal vez necesitamos encontrar alguna característica que los distinga más allá de la nomenclatura, algo que los sitúe en diferentes líneas significantes, que no se vea como un mango, por ejemplo. Siguiendo esta línea de pensamiento, ¿hay entonces alguna característica que distinga el diseño especulativo del arte?
La figura del autor en diseño y arte
Se me ocurre una, aunque a medida que lo pienso más, la línea entre arte y diseño se vuelve más difusa, pero es el elemento diferenciador más claro que se me ha ocurrido: la figura del autor. Si bien grandes hitos del diseño han sido creados por estrellas del diseño coronados como un único autor, solvente e individual, lo cierto es que en el proceso de diseño real, este no se considera producto de un individuo. Es producto de un proceso que involucra a múltiples personas; es de un equipo, o del intercambio de interacciones entre usuario y diseñador. El arte, en principio, tiene un autor indiscutible, el artífice en términos aristotélicos o el creativo en el idealismo alemán. Siempre hay una figura.
Podríamos decir que esa es entonces la característica diferenciadora y problema resuelto. Sin embargo, no es tan sencillo. La situación se complica al recurrir nuevamente a los diseñadores superestrella como Philippe Starck o Jonathan Ive, quienes son considerados los autores de los diseños, el artífice y el creativo... el individuo. La complicación surge al pensar: ¿si alguien tiene una silla Louis Ghost original de Philippe Starck en la sala de la casa realmente la usa como silla o la conserva como un objeto fetiche, como un objeto de contemplación?
Entonces, ¿todo el tiempo estos diseños fueron más arte que diseño? ¿Qué tan beneficiosa ha sido para la carrera la existencia de esta ambigüedad conceptual y taxonómica?
La respuesta no es clara, y quizás el problema radica en la necesidad de una taxonomía más precisa dentro del diseño y el arte, algo que permita entender la línea difusa que los separa. En última instancia, la reflexión sobre el diseño y el arte no debe limitarse a clasificar y etiquetar, sino a cuestionar el propósito y el impacto que ambos tienen en la sociedad.
Cierre
Finalmente, la gran pregunta sigue siendo: ¿existe un diseño que se preocupa por ser solo reflexivo? Tal vez el diseño, en su esencia, debería centrarse más en cómo resuelve problemas, pero al mismo tiempo, es imposible negar el valor de las preguntas complejas que surgen de su práctica. Si algo hemos aprendido de la historia del arte, es que incluso las reflexiones más abstractas pueden tener un impacto tangible en nuestras vidas. Y quizás, el diseño también puede encontrar en esa reflexión un nuevo propósito, uno que trascienda la resolución de problemas.
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